El Secreto de Tepoztlán
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Por Gabriel Álvarez
Cuenta una leyenda mexicana que Tepoztécatl nació de una princesa cuyo embarazo fue producto del amor de un pajarillo. El pequeño, fue nombrado por su madre como Tepoztécatl. Ella era inmensamente feliz con su niño, sin embargo, cuando los padres de la princesa se enteraron de aquel bebé, se enfadaron mucho con ella, ya que no estaba casada, por lo que la obligaron a abandonar al niño lejos de su hogar.
Al abandonarlo, la princesa lo dejó cerca de un hormiguero, pero las hormigas lo alimentaron con gotas de miel que obtenían de un panel de abejas. Poco después de alimentarlo, las hormigas dejaron al bebé cerca de un maguey. Al tenerlo entre sus pencas, el maguey lo protegió y alimentó con el aguamiel que llevaba en su interior. Tiempo después el maguey lo colocó en una caja y lo puso sobre las aguas del río Atongo, hasta que una pareja de ancianos que vivían en Tepoztlán lo encontraron y criaron como si fuera su hijo.
El pequeño Tepoztécatl creció hasta convertirse en un fuerte y hábil guerrero. Un día una malvada serpiente llamada Mazacóatl apareció por el pueblo de Xochicalco amenazando a los habitantes de aquel lugar. El padre adoptivo de Tepoztécatl fue elegido para acabar con aquella espantosa criatura, pero el hombre se encontraba muy mayor y cansado, por lo que Tepoztécatl decidió tomar su lugar y luchar contra la serpiente. Para ello el joven tomó algunos trozos de obsidiana y al estar luchando contra la criatura le cortó las entrañas con los cristales, terminando así con su vida.
Cuando regresó a su pueblo natal, Tepoztécatl se convirtió en su héroe, todos celebraron su victoria y lo nombraron Señor de Tepoztlán y sacerdote del Dios Ometochtli. Años después Tepoztécatl desapareció y algunos dicen que se fue a vivir para siempre a la pirámide que se encuentra en la cima del cerro del Tepozteco.
Vista del cerro del
Tepozteco – TJJ
Tepoztlán, reconocido como uno de los pueblos mágicos, es una pequeña localidad a poco mas de 80 km dirección sur de Ciudad de México. Cada año atrae a miles de visitantes para dejarse embellecer por el encanto de sus calles, visitar la pirámide del Tepozteco o para degustar sus productos locales. Después de pasar varios días en el bullicio de la capital mexicana, visitar este tranquilo pueblo rodeado de naturaleza y montañas era una idea que nos ilusionaba fuertemente.
Unas horas más tarde de tomar el colectivo en D.F., llegamos a la estación de Tepoztlán. Así como salimos del auto, al momento pudimos sentir la pureza de aquel el aire fresco. En cuanto nos pusimos en marcha hacia nuestro alojamiento nuestro primer guía apareció. Era un perro callejero que parecía como si supiera de antemano cuándo íbamos a llegar y donde íbamos a hospedarnos. Y caminando delante nuestra nos fue guiando hacia nuestro destino.
Desde un primer momento supimos que este lugar tenía algo especial, la paz de este pueblo y la familiaridad de sus habitantes era muy notable. Pronto tuvimos el placer de conocer a nuestra vecina durante aquellos días. Marta, una mujer de mediana edad que nos alegraba el día con su incansable sonrisa y sus deliciosas tortillas de maíz recién hechas.
Marta, cocinera de tortillas
de maiz artesanas – TJJ
Al día siguiente, después de visitar el mercado, la iglesia parroquial y de caminar por las antiguas calles adoquinadas, nos llamó la atención un comercio que tenía escrita en el exterior la palabra ¨Pulquería¨. Nuestra curiosidad nos invitó a entrar a aquel pequeño establecimiento en el que nos atendió D. Alejando, productor y vendedor de pulque, quien pronto se convertiría en un buen amigo y a quien visitaríamos día tras día durante nuestra estancia en Tepoztlán.
D. Alejandro nos contó, mostrándonos orgulloso una foto de su abuelo, que procede de una familia de productores de pulque: Una bebida fermentada proveniente del aguamiel (savia) de la planta del maguey, también llamada agave, la misma planta de la cual se produce el tequila o el mezcal.
Esta es una bebida tradicional mexicana y de origen prehispánico y que según una leyenda náhuatl, fue la Diosa Mayáhuel (deidad del maguey) quien le enseñó a los humanos el secreto de su elaboración.
La palabra pulque deriva del náhuatl poliúhqui, que significa bebida fermentada. Y que tras la llegada de los conquistadores españoles y la dificultad que tenían de pronunciar la palabra original, se fue simplificando hasta la forma que tiene hoy en día.
Un jarra de pulsque sobre una
planta de maguey – Guajillo studio
Conversando con Alex también supimos sobre las propiedades medicinales y nutricionales de esta bebida. Alex asegura que ha sido utilizada durante muchos siglos como medicina, dice que por ejemplo, puede curar problemas gastrointestinales como úlceras o gastritis, es muy recomendable para personas que padecen anemia, y también, asegura que incrementa la producción de leche materna cuando están lactando.
Para poder producir el pulque, se toman las plantas maduras de maguey y se le corta el centro de la planta, donde se desarrolla la flor. Posteriormente, cada día y durante 5 meses se hacen unos pequeños cortes en ese hueco central que se ha hecho en la planta para que se vaya acumulando el aguamiel. El tlachiquero es quien se ocupa de hacer los cortes y de la recolección de la sabia, que una vez recogida, la almacenará entre 15 y 20 días fermentando hasta la convertirse en pulque madre. Este pulque inicial se puede curar y mezclar con distintos sabores de frutas y especias para ser consumido.
Después de haber degustado aquella bebida proveniente de los Dioses y de haber aprendido sobre su historia, hicimos caso a la recomendación de D. Alejandro y decidimos que emprenderíamos la caminata al cerro del Tepozteco y así visitar la pirámide construida para adorar al Diós Ometochtli, deidad del pulque.
La subida al cerro es un recorrido de unas 2h a través de cientos de escalones en el medio de un bosque espeso. A través del sendero serpenteante te encuentras con grandes rocas, laderas empinadas y nacimientos de agua por todas partes. Sin olvidar la compañía de pequeños animalillos como colibríes o coaties.
Una vez en la cima, sentados sobre las piedras de la pirámide y quemando un poco de copal, hicimos nuestra pequeña ceremonia de agradecimiento por aquella especial experiencia y fue inevitable no pensar en todas las leyendas entorno a aquel lugar.
Sentir la energía de aquel antiguo templo construido a lo alto de aquella montaña y disfrutar de las hermosas vistas de todo el valle daba la razón a todos aquellos que consideran este pueblo como un pueblo mágico. La sensación fué que aquella tierra, las gentes y sus deidades nos acogieron en aquel lugar mejor que a visitantes, sino como amigos.
Hasta pronto Tepoztlán!
Vista desde el cerro del Tepozteco of Tepoztlán – TJJ